Las resistencias a leer Un Curso de Milagros
Descripción de la publicación.


🌿 Las resistencias al leer Un Curso de Milagros
El Curso nos aclara algo fundamental sobre el miedo que le tenemos a Dios, o al Amor:
“Bajo los tenebrosos cimientos del ego yace el recuerdo de Dios, y de eso es de lo que realmente tienes miedo.
[…] El miedo al ataque no es nada en comparación con el miedo que le tienes al amor.” (T-13.III.1)
"Has construido todo tu demente sistema de pensamiento porque crees que estarías desamparado en Presencia de Dios; y quieres salvarte de Su Amor, pues crees que te aniquilaría.” (T-13.III.2)
Estas frases tocan algo muy profundo. Nos damos cuenta de que una parte de nosotros teme ser amado sin condiciones. Teme que ese Amor nos deje sin excusas, sin máscaras, sin drama. Y cuando empezamos a leer el Curso desde el corazón —no desde la teoría— esas resistencias aparecen. Se manifiestan de muchas formas:
• Cuesta concentrarse en el texto.
• Aparece el sueño, el enfado o la ansiedad.
• O incluso… ganas de tirarlo por la ventana.
Sí, todas hemos pasado (y seguimos pasando) por esos momentos. A veces duran un rato. A veces… mucho más.
Puedes sentir que no entiendes nada. Surgen pensamientos como: "Esto no es para mí.” “No estoy preparada para este camino.”
Y el ego, por supuesto, celebra esas reacciones. Porque si creemos que no podemos, él sigue en su puesto de control.
Pero lo importante es saber esto: No es un error. No estás haciendo nada mal. No eres menos. Simplemente, es parte del proceso.
El Curso no exige perfección. Pide honestidad. Pide coraje.
"Tienes que mirar de frente a tus ilusiones y no seguir ocultándolas, pues no descansan sobre sus propios cimientos.”(T-13.III.6)
Si hoy estás sintiendo miedo, si te parece que el Curso te remueve en lugar de darte paz… no estás fallando. No es preocupante. Estás empezando a ver dónde están las barreras internas al Amor. Y eso también es un acto de consciencia. Un acto de verdad.
Así que si necesitás parar, llorar, respirar, cerrar el libro un rato —o durante unos días— todo está bien. Eso también es parte del camino. Un camino que debe hacerse con amabilidad y gentileza, porque Dios no nos pide sacrificios.
No necesitás entender con la mente lo que tu corazón está aprendiendo a recordar.
Ten paciencia contigo. Con tus tiempos. Con tus sombras.
Porque incluso eso… también puede ser entregado.
Y desde ahí…
empieza el verdadero milagro.